domingo, 6 de mayo de 2007

ENTREVISTA

J.D.
GABRIEL SOLÍS CARVAJAL
SEVILLA
Entrevista extraída del boletín PAZ y AMPARO" de la Hermandad de la Paz de Cádiz.


Vamos a comenzar este apartado de ENTREVISTAS, con un un cofrade de los pies a la cabeza. Se trata de Gabriel Solís Carvajal. Su vida va a caballo entre Cádiz y Sevilla, entre la "Borriquita" gaditana y la Pastora de
Santa Marina en la Sevilla cofrdiera.
Gabriel nació en Sevilla el 7 de julio de 1938 pero las circunstancias de la vida hicieron que a su padre, que era militar, lo trasladaran a Cádiz.
Desde ese momento se le despertó en el corazón una gigantesca pasión por – como él mismo dice - esos dos amores tan andaluces y cofrades como son Cádiz y su Sevilla natal, dos pasiones que siempre fueron, van, e irán en su paladar.
- ¿Cómo conoció a la Hermandad de la Paz?
Yo, desde que llegué a Cádiz con tan solo dos años de edad, siempre iba de la mano de mi madre a la Parroquia de San José para ver a los titulares. Mi madre se llamaba también Amparo, y recuerdo que ella me decía: - Esta Virgen se llama como mamá, y cada vez que la veas, le tienes que tirar los mismos besos que me das a mí.
Y lo cierto es, que desde entonces y sobre todo cuando mi madre falleció, cuando veo el rostro del Amparo, veo el rostro de mí otra Amparo, mi querida madre.

_ ¿Qué recuerdos tiene de San José?
Yo nunca me perdía la salida de la borriquita en la Parroquia de San José, y recuerdo que yo le decía a mi madre, que su paso por las puertas de tierra, me representaba la auténtica entrada de Jesús triunfante por los tornos de Jerusalén. Son muchas cosas las que se me vienen a la mente: Aquel cristo de Láinez, aquel palio de ganchillo, el sol dando fuertemente en el rostro de la Virgen, aquella paloma blanca que colgaba del techo de palio… no tengo palabras.
- ¿Cuéntenos la historia de aquella Virgen de devoción particular, que se llamaba Amparo y que actualmente procesiona en Sevilla, en la jornada de Viernes de Dolores?
Yo era muy amigo del imaginero gaditano Miguel Láinez Capote. Un día me decidí por encargarle una dolorosa de tamaño real para venerarla en mi propia casa. Estaba bendecida con la advocación de mis amores, Amparo. La tuve durante veinticinco años y luego pensé que una dolorosa de ese tipo, donde realmente debía estar era en una Iglesia. Por lo tanto me puse en contacto con diversas iglesias gaditanas. La expusimos en besamanos en la Parroquia de San Lorenzo, mas tarde en la Iglesia de San Antonio, justo delante del Nazareno del patio, otro año en la capilla del Patrocinio etc.
Entre tantos cambios, un día me dijo el padre Astorga, que por entonces residía en la capilla del Beato, que si le queríamos hacer el besamanos en la Capilla donde él radicaba, y así fue, también allí se expuso. Coincidía que José María Verdía trabajaba codo con codo en la fundación del Prendimiento y se barajó la posibilidad de que la Virgen fuera la titular. Pero no me pareció oportuno, ya que Amparo en el barrio había una y además era la mía.

Entonces, de tanto mover a la Virgen de un sitio a otro, se deterioró un poco. Miguel Láinez ya estaba enfermo y me recomendó que se la llevara al isleño Alfonso Berraquero para que le retocara los dos o tres rasguños que tenía. Finalmente, la virgen volvió a mi casa y un día, Láinez, antes de morir me confesó que uno de sus mayores deseos era tener una obra suya en Sevilla, por aquello de ser la madre y maestra de las Semana Santa y así fue. Con mis contactos llegué a parar al Convento de las Madres Capuchinas de Sevilla. Y allí se le hicieron sus cultos internos con enseres que me prestaban las cofradías de La bofetá, La Soledad de San Lorenzo, El Buen Fin etc.
Y fue tanta la devoción que esta Virgen despertó, que la otorgué en calidad de sesión (no en propiedad, mientras no se fundara como cofradía) Actualmente, ya es cofradía, aunque no está establecida oficialmente dentro de las Hermandades de penitencia. Sale a la calle cada Viernes de Dolores. Su nombre completo es Hermandad del Stmo. Cristo de la Misión y Ntra. Sra. del Amparo. Una auténtica odisea que contribuyó en seguir diluyendo aún mas si cave, la advocación que más siento y venero, la que quise como madre materna, la que pregoné a los cuatro vientos y la que me vio crecer en la hondura de mi propia casa.

- Tengo entendido que entre sus 101 pregones, hay uno que se sale de los demás ¿Es cierto?
Indiscutiblemente, yo no soy de los que pregono por pregonar. Yo lo que difundo, lo siento de verdad. Y los 101 pregones que he tenido la ocasión de pronunciar han sido porque verdaderamente mi corazón ha estado antojado de hacerlo. Pero si es cierto que la Virgen del Amparo para mí lo es todo. Y yo tuve la inmensa suerte de pregonar el vigésimo quinto, casi na.
La verdad es que el año del cincuentenario de la Virgen, me quedé con una espina clavada. Me hubiera hecho mucha ilusión poder llamar a golpe de martillo a los cargadores que portaban a la Señora. Era un momento único, la Virgen estaba parada justo en la puerta de la Capilla Oratorio. Y yo deseaba dar esa levantá porque en una sola palabra se iban a fundir en el cielo las dos Amparos de mi vida. Pero bueno no me puedo quejar, esta Hermandad me dio el privilegio de pregonarla y con eso ya tengo de sobra.

- Para los futuros pregoneros de la Virgen del Amparo, ¿qué mensaje le daría?
Pues que aprovechen esa posibilidad que le brinda la cofradía, eso es un honor que no todo el mundo tiene. Para mí pregonar a la virgen no me supuso un nerviosismo y mucho menos, porque al subir al púlpito, lo que hice fue recordar en voz alta todas mis vivencias a su lado. Y eso creo que es lo que deben hacer todos los que gocen de tal privilegio, cantar lo que el corazón te dicte, si se hace de esta forma el éxito está asegurado.
- Ahora lleva la rienda de la Hermandad de la Pastora de Santa Marina desde el cargo de Hermano Mayor, ¿Cómo surgió la posibilidad?
Pues después de llevarme tantos años afincado en Cádiz, los avatares de la vida me llevaron nuevamente a la ciudad donde nací, ya que mi madre había caído enferma y su enfermedad solo podía ser tratada en Jerez de la Frontera o en Sevilla. Yo por entonces trabajaba en Galerías Preciados y pedí el traslado a Sevilla, ya que en Jerez era imposible. Con el paso de los años, mi madre falleció y mi padre cayó también muy enfermo. Él era hermano de San Bernardo, pero yo sentía una sensación muy especial por la Pastora de Santa Marina. Un día en su besamanos le hablé, y le dije, que si salvaba a mi padre, me haría hermano de esa corporación. Y así fue, a los pocos días me tuve que hacer hermano porque mi padre estaba muy mejorado de la enfermedad que le acompañaba. A partir de ahí, me fui metiendo en el seno de la cofradía hasta llegar al cargo que actualmente ostento.



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